(Filadelfia).- La información y formación es la mejor forma de cuidar nuestra salud. Lo ha verificado el Estudio FAMILIA, dirigido por el Dr. Valentín Fuster, Director General del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC) y Director of Mount Sinai Heart and Physician-in-Chief of The Mount Sinai Hospital (EE.UU.). El estudio demuestra que un programa educativo sobre comportamientos saludables dirigido a adultos jóvenes logra importantes beneficios en términos de salud cardiovascular.

Los hallazgos, que se publican en Journal of the American College of Cardiology (JACC) y se han presentado en las Sesiones Científicas de la American Heart Association, muestran además que ‘una imagen vale más que mil palabras’. Cuando se mostró a los participantes del estudio las imágenes obtenidas con técnicas de ultrasonido tridimensional avanzadas de las placas en sus arterias, la adhesión al programa era mayor y servía para concienciar sobre el estilo de vida y, a largo plazo, mejorar su salud cardiovascular.

El estudio es parte de un ambicioso esfuerzo internacional de intervención temprana en los hábitos de vida en la edad infantil y adolescente. Los resultados que ahora se presentan son la continuación de un estudio de promoción de la salud exitoso que involucró a más de 500 niños y niñas en edad preescolar en 15 escuelas de Harlem (Nueva York), con una población predominantemente afroamericana y latina, grupos que experimentan un mayor riesgo de enfermedad cardiovascular.

En esta segunda fase, el objetivo era ver el impacto que tenían estos programas sobre los cuidadores – padres y madres, miembros de la familia y personal del colegio- de estos niños. «Los resultados muestran que si los adultos siguen y se adhieren a sencillos programas educativos se pueden obtener resultados positivos y reducir sus factores de riesgo cardiovasculares», subraya el Dr. Fuster.

“FAMILIA ya ha demostrado que la educación temprana es efectiva en la edad infantil y estos nuevos resultados indican que los métodos de bajo coste pueden promover la salud también entre los padres y el personal de la escuela. Esperamos que con el tiempo podamos integrar este proyecto en las escuelas de todo el país para ayudar a más familias, especialmente aquellas en comunidades vulnerables”, señala el Dr. Rodrigo Fernández Jiménez, primer autor del artículo, e investigador Marie Skłodowska-Curie del CNIC.

FAMILIA se basa en otras intervenciones exitosas dirigidas por el Dr. Fuster en Colombia y España, pero es único por ser la primera vez que se implementó un programa de promoción de la salud en una población urbana multiétnica y desfavorecida. Su precedente es el Programa de Salud Integral (SI!) que sigue en marcha en España que está liderado por la Fundación SHE- «la Caixa», presidida por el Dr. Fuster, y que cuenta con la colaboración científica del CNIC.

La tendencia actual de los estilos de vida poco saludables en comunidades más vulnerables es inquietante. Por lo tanto, se trata de identificar estrategias efectivas de promoción de la salud, especialmente de bajo coste y fáciles de implementar.

FAMILIA es un ensayo aleatorizado realizado en 15 centros de educación infantil de Harlem en el que se asignó, de forma aleatoria, a las escuelas y padres/madres / cuidadores a recibir un programa de intervención de estilo de vida ‘centrado en el individuo’ o ‘basado en pares’ durante 12 meses, o a un grupo control. En total participaron 635 cuidadores a los que previamente se evaluó su estado de salud

-peso, presión arterial, índice de masa corporal, colesterol y glucosa-. y sus hábitos de vida -nutrición, actividad física, consumo de tabaco y alcohol, antecedentes cardíacos o diabetes etc.-.

Además, se les realizó una prueba de imagen con técnicas de ultrasonido tridimensional avanzadas para determinar si tenían placas de ateroma (o colesterol) en sus arterias, imágenes que se les facilitó, junto con folletos informativos sobre la salud cardiaca o sobre alimentación –peso o cantidades de comida recomendada-.

El primer grupo, explica el Dr. Fernández Jiménez, participó en un ‘Programa de intervención individual intensiva’ en el que mantuvieron sesiones mensuales de asesoramiento individual con un ‘coach’ profesional sobre diferentes temas del ámbito de la salud –enfermedad cardíaca, hábitos alimenticios, compra de alimentos saludables con presupuesto limitado, cocina saludable, ejercicio y estrés- y siguieron un manual creado por el equipo de FAMILIA. Además, su actividad física fue controlada con una pulsera inteligente.

El segundo grupo, ‘Programa de intervención por Pares’, asistió a sesiones mensuales de grupos de apoyo dirigidos por pares (o líderes de grupo), en las participaban en conversaciones centradas en los temas mencionados en la anterior intervención. El grupo de control no intervino en ningún un programa.

Tras finalizar el período de intervención, se calculó el cambio en la salud cardiovascular de todos los participantes a través del índice validado de salud Fuster-BEWAT, que contempla cinco indicadores de salud: presión arterial, actividad física, índice de masa corporal (IMC), consumo de fruta y verdura y consumo de tabaco.

Y aunque los resultados mostraron que tanto los grupos control como de intervención mejoraron modestamente su puntuación del índice BEWAT sin diferencias entre ellos, los investigadores observaron algunos hallazgos importantes.

Por ejemplo, los participantes que se adhirieron al menos en un 50% al programa de intervención obtuvieron más beneficios en términos de salud y en su puntuación en el índice BEWAT en comparación con los que atendieron menos del 50% de las sesiones programadas.

Otro hallazgo importante fue que los individuos en los grupos de intervención, con evidencia de aterosclerosis en las técnicas de ultrasonido tridimensional avanzadas que se realizó al inicio del estudio, obtuvieron los mejores resultados y mostraron la mayor mejoría después de la intervención en los parámetros de salud evaluados. El dicho de ‘una imagen vale más que mil palabras’ funciona. “Ver imágenes de su placa de colesterol en las arterias y comprender lo que mostraban las imágenes tuvo un gran impacto”, señala el Dr. Fuster.

Según los investigadores, una intervención precoz cuando la enfermedad no ha dado síntomas sí se puede detectar con pruebas sencillas como las técnicas de ultrasonido tridimensional, podría evitar futuros eventos cardíacos como un infarto o un ictus.

Al año de finalizar la intervención, el equipo evaluó de nuevo a los participantes. Los investigadores confirmaron que los individuos en los que se observaron signos de aterosclerosis (placas de ateroma) al inicio del estudio y aquellos que participaron más activamente en la intervención mantuvieron hábitos más saludables y tuvieron una puntuación BEWAT ligeramente más alta, es decir, más saludables, explica el Dr. Fernández Jiménez.

«Sabíamos ya que una intervención temprana es efectiva en niños en edad preescolar –concluye el Dr. Fuster-. Ahora ya hemos visto que este programa también puede promover conductas saludables entre sus padres, madres y personal de la escuela, y tener un impacto de mayor alcance».

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