Cáritas Aragón presenta su Informe anual de Empleo y Economía Social para dar cuenta de las acciones desarrolladas en el 2021, en uno de los sectores estratégicos de la respuesta de Cáritas a los retos de la exclusión y la desigualdad, en un contexto marcado por la creciente inestabilidad y precariedad del mercado laboral.
Las Cáritas aragonesas llevan décadas acompañando a las personas en sus procesos de búsqueda de empleo y en la mejora de sus competencias para situarse en igualdad de condiciones ante un mercado laboral cada vez más competitivo y con peores condiciones.
El trabajo decente es un derecho al que no tienen acceso millones de personas en nuestro país y que la pandemia ha complicado aún más. Es por ello que Cáritas impulsa la iniciativa “Iglesia por un trabajo decente”, junto a otras entidades de Iglesia, con el objetivo de visibilizar y denunciar la situación de desigualdad en el acceso al trabajo decente.


A pesar de este escenario plagado de dificultades, Cáritas pudo mantener el ritmo de respuesta de sus programas de empleo y economía social, y acompañó, en 2021, a un total de
2.810 personas. De ellas, 629 lograron acceder a un puesto de trabajo, lo que supone casi un 22% del total de personas participantes. Toda esta acción fue posible gracias a los 4.042.183,76 de euros invertidos en el conjunto de las Cáritas aragonesas.
Cáritas en Aragón además genera
empleo protegido a través de sus iniciativas de economía social (empresas de
inserción, centros especiales de empleo, etc.) con la generación de 61 puestos con contrato de inserción, a través de los cuales mejoran su empleabilidad en un entorno real de producción, desarrollando sus competencias laborales y personales. Cuentan, además, con el apoyo del personal de producción y de acompañamiento, cuyo objetivo es formar y capacitar a las personas para poder mejorar sus posibilidades de acceso a un puesto de trabajo en el mercado laboral ordinario tras su paso por una entidad de Economía Social.
Escuchar, Cuidar, Sumar y Cambiar.
Como señala el Informe de empleo y economía solidaria 2021: “La crisis por la Covid-19, además de sus consecuencias económicas y sociales, ha mostrado otra cara fundamental para las personas. La vida, la salud, el apoyo de la comunidad y el cuidado del planeta, han sido durante estos años de pandemia más importantes que nunca…”. De ahí la necesidad de poner en práctica una economía que priorice lo esencial y liderar un nuevo modelo económico centrado en las personas y el cuidado de la vida.
La apuesta de Cáritas por el modelo de economía solidaria pasa por defender una economía que escucha y atiende las necesidades tanto de las personas trabajadoras y consumidoras como de las empresas. Una economía que cuida, que se ocupa de las personas y sus condiciones de trabajo, al tiempo que cuida el medio ambiente. Una economía que suma, porque es la economía del bien común y la cooperación, la que suma beneficios para las personas. Y una economía que cambia, que es transformadora tanto en lo personal, como en lo colectivo.

Dificultades para la integración laboral y social
Las mayores tasas de pobreza y exclusión se concentran en el colectivo de personas desempleadas, por cuanto, no contar con un empleo multiplica por dos el riesgo de caer en situación de exclusión o pobreza severa. Pero la ausencia de empleo no es la única que empuja a situaciones de exclusión y pobreza, ya que la vulnerabilidad se da cada vez más entre aquellas personas y hogares que están trabajando, por lo que podemos decir que contar con un empleo ha dejado de ser sinónimo de integración y bienestar.
En este contexto, deben recordarse cuatro elementos cruciales para la vida de las personas más vulnerables:
1.
El reto para crear empleo inclusivo que realmente permita una vida digna. España parte de un alto nivel de desempleo previo a la crisis y de una dinámica lenta y con capacidad limitada para generar nuevos puestos de trabajo en la dinámica productiva habitual. A esta situación previa habría que añadir las importantes dificultades financieras y organizacionales por parte de los empleadores para afrontar esta crisis multidimensional y generar empleo inclusivo, es decir, un empleo estable y con salarios dignos.
2.
El ajuste necesario de recualificación y adaptación al futuro modelo productivo. Las exigencias que conllevará la adaptación de los grupos más vulnerables a un modelo productivo en camino, que aborda una serie de transformaciones de gran calado. Si para las personas que ya están formando parte del mercado de trabajo implica un importante esfuerzo de ajustes, para las personas excluidas del mismo puede suponer el incremento de nuevas exigencias que se suman a las que ya padecen en el contexto actual, aunque algunas representen nuevas oportunidades.
3.
La ruptura del contrato social para el desarrollo vital de los jóvenes. El planteamiento de que la precariedad laboral a la que se ven abocadas las personas jóvenes, que han visto cómo se ha roto el contrato social que perfilaba el modelo de emancipación, generará nuevas tasas de vulnerabilidad social al desdibujarse el trabajo como un elemento clave para su integración, sin que aparezcan mecanismos alternativos que sustituyan este vacío.
4.
El empleo no es la vía de integración social para todas las personas. Es necesario destacar las dificultades que tienen algunas de las personas con situaciones de exclusión social más graves, para las que la inserción laboral no es una realidad posible en el corto plazo y que, en consecuencia, necesitarán de programas de apoyo y acompañamiento para una integración social que no pase necesariamente por la inserción laboral.
En palabras de Pedro A. Melero, presidente de la entidad: “En este panorama, las familias que se encuentran en la exclusión social encuentran muchas dificultades para mejorar su situación. Además, la desigualdad se está enquistando, incorporando riesgos importantes para la construcción de una sociedad cohesionada”.
En este contexto, Cáritas proporciona a las personas más vulnerables los recursos necesarios para mejorar su empleabilidad, de manera que puedan colocarse en igualdad de condiciones ante un mercado laboral cada vez más competitivo y con peores condiciones. Dos participantes de estos procesos de acompañamiento relatan su historia.

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