• El doctor Antonio Burgueño ha sido el encargado de realizar la formación, el seguimiento y la supervisión  de todo el proceso
  • La residencia lleva trabajando en este proyecto desde 2015
  • Tanto la dirección como los profesionales, voluntarios y las familias han sido claves en conseguir este objetivo

El “Programa desatar al anciano y al enfermo de Alzheimer”, dirigido por el doctor Antonio Andrés Burgueño Torijano, médico especialista en Medicina Preventiva y Salud Pública, destaca que “las sujeciones no responden a una necesidad de la persona y, además, no son terapéuticas”. Por eso desde este programa se trabaja para proponer a las residencias y centros, una tolerancia cero al uso de sujeciones.

Dicho programa fue pionero en España; un total de 56 centros han sido ya acreditados por CEOMA, entidad acreditadora de la certificación “Centro sin Sujeciones”, lo que supone un estándar de calidad basado 100% en el bienestar de los residentes.

El último centro en obtener esta acreditación ha sido la residencia para asistidos Santa Teresa de Cáritas Diocesana de Zaragoza, convirtiéndose en el primer centro en Aragón y el tercero de toda la Confederación de Caritas Española, en conseguirlo, y lo que es más, centrando la atención en la persona, ofreciendole la libertad de vivir sin sujeciones de ningún tipo.  

Un largo camino recorrido

El proceso se inició en noviembre de 2015, motivado por la inquietud de preservar la dignidad de las personas, y por supuesto de los mayores dependientes residentes en Santa Teresa. El proyecto comenzó con una formación a cargo del doctor Burgueño. Este paso supuso ver los procesos de otro modo y comprender, verdaderamente, que la sujeción física o farmacológica, representa una “limitación de la libertad de movimientos de una persona, su actividad física, o el normal acceso a cualquier parte de su cuerpo, con cualquier método físico aplicado sobre ella, o adyacente a ella, del que no puede liberarse con facilidad”.

Tras este cambio de perspectiva, la residencia continuo el camino, partiendo del censo de residentes según la pauta del “Programa desatar al anciano y enfermo de Alzheimer”. Comenzó analizando las instalaciones, las posibles caídas de las personas en el centro, estudiaron las alteraciones conductuales así como los desencadenantes y empezaron a aprender a utilizar otras escalas: FAST, GDS, teoría involutiva… Esta nueva forma de trabajar implicó una observación detallada en la seguridad física pasiva, lo que ha llevado en estos años a modificar estructuras, acondicionar espacios,  adquirir tecnologías innovadoras, etc, para minimizar los riesgos físicos y aumentar el grado de libertad de los residentes.

Conseguir ser un centro libre de sujeciones ha sido gracias a un equipo interdisciplinar que ha creído en el proyecto. Pero no sólo se ha contado con trabajadores, ha sido necesaria la participación de familiares, voluntarios y, por supuesto, de los residentes. Todos ellos, algunos reacios al principio por miedo a las caídas o a las responsabilidades, han ido viendo con satisfacción los avances y poco a poco han ido creyendo en el proyecto.

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