• La magistrada del Juzgado de Menores número 1 de Las Palmas, Reyes Martel, promueve un movimiento para que otros magistrados tomen ejemplo de la sentencia que ella hizo famosa: obligar a hacer el Camino de Santiago a menores que sean condenados
  • Así este lunes han comenzado con la actividad los jóvenes que fueron condenados por violencia doméstica el pasado mes de octubre
  • Estas sentencias están inspiradas en el granadino juez de menores, Emilio Calatayud, todo un referente por sus ya famosas «sentencias ejemplares»

La magistrada del Juzgado de Menores número 1 de Las Palmas, Reyes Martel, promueve un movimiento para que otros magistrados tomen ejemplo de la sentencia que ella hizo famosa: obligar a hacer el Camino de Santiago a menores que sean condenados; denominándolo «el camino de los valores» como ella misma explica, aseverando que es una gran forma de reinsertarles.

Así este lunes han comenzado con la actividad los jóvenes que fueron condenados por violencia doméstica el pasado mes de octubre. Los cuales redimirán sus castigos recorriendo a pie el Camino de Santiago dividido en dos etapas: La primera en Gran Canaria y la segunda en Galicia.

La mayoría de los niños que realizan el Camino de Santiago han sido sometidos a medidas judiciales como autores de delitos leves relacionados con la violencia doméstica.»Muchos de ellos harán la caminata junto a sus padres para reestablecer relaciones y restaurar los ámbitos afectivos dañados», explica la magistrada Martel.

Además junto al medio centenar de chicos y chicas canarios se unirán otros tantos desde otras ciudades españolas procedentes del sistema de protección.

La idea de dictar estas sentencias está inspirada en el granadino juez de menores, Emilio Calatayud, todo un referente por sus ya famosas «sentencias ejemplares», que han conseguido cambiar –a mejor– el rumbo vital de miles de jóvenes.

Calatayud lleva toda su carrera tratando de dar sentido a la magistratura mediante la emisión de condenas –casi un millar por año– útiles y didácticas, enfocadas a rehabilitar de veras a delincuentes menores de edad, como la sentencia impuesta a un joven condenado a cortarle el pelo, tras haber robado en una peluquería o la del menor apasionado del dibujo al que penó con elaborar un cómic en el que tuvo que narrar el porqué de su condena.

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