• Con esas acciones cotidianas el planeta no se calentaría más de 1,5ºC, según 21 investigadores
  • Ésta es la conclusión de un estudio realizado por 21 investigadores, en su mayoría del Instituto Internacional para el Análisis de Sistemas Aplicados (IIASA, por sus siglas en inglés), con sede en Austria. El trabajo está publicado en la revista ‘Nature Energy’

El aumento de las temperaturas de la Tierra se limitaría a 1,5ºC con respecto a los niveles preindustriales, objetivo recogido en el Acuerdo de París para frenar el cambio climático, con cambios sin precedentes en la eficiencia energética de actividades cotidianas como viajar en coche eléctrico, calentar o enfriar menos la casa, comer menos carne roja o usar electrodomésticos y otros dispositivos eléctricos ecológicos.

Ésta es la conclusión de un estudio realizado por 21 investigadores, en su mayoría del Instituto Internacional para el Análisis de Sistemas Aplicados (IIASA, por sus siglas en inglés), con sede en Austria. El trabajo está publicado en la revista ‘Nature Energy’.

La investigación muestra que cambios cruciales en la forma de moverse, calentar y refrescar los hogares, y comprar y usar electrodomésticos en las ciudades pueden ayudar a mejorar el nivel de vida del sur del planeta y cumplir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), adoptados por la ONU en 2015.

Ello mantendría el calentamiento global por debajo del objetivo de 1,5ºC en comparación con los niveles de la era preindustrial, ya que una mejora en la calidad de vida para todos no necesita de un aumento en la demanda de energía.

Este estudio es el primero en mostrar cómo se puede alcanzar el objetivo de 1,5ºC sin depender de tecnologías no probadas como la captura y almacenamiento de carbono (CCS, por sus siglas en inglés), que eliminan el dióxido de carbono de la atmósfera y lo entierran.

“Nuestro análisis muestra cómo una serie de nuevas innovaciones sociales, conductuales y tecnológicas, combinadas con un fuerte apoyo político para la eficiencia energética y el desarrollo bajo en carbono, puede ayudar a revertir la trayectoria de demanda de energía en constante aumento”, apunta Arnulf Grubler, del IIASA y autor principal del estudio.

Menos energía en 2050

Los investigadores examinaron una amplia gama de innovaciones al margen de los mercados actuales que podrían ayudar a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero si se convierten en convencionales.

Basándose en estudios detallados de la energía utilizada en el transporte, los hogares y las oficinas, y en la fabricación de bienes de consumo, encontraron evidencias de reducciones entre dos y cuatro veces en la cantidad de energía necesaria para mover personas y bienes, proporcionar comodidad energética en los edificios y satisfacer las necesidades materiales de las poblaciones en crecimiento.

Así, flotas compartidas y bajo pedido de vehículos eléctricos más eficientes pueden reducir la demanda global de energía para el transporte en un 60% para 2050 y reducir el número de vehículos en las carreteras.

Los dispositivos digitales personales, como los teléfonos inteligentes (que ayudan a acceder a los servicios en lugar de poseer bienes), pueden limitar el crecimiento de la demanda energética mundial en un 15% en 2050 con una economía digital que duplicaría esos dispositivos tecnolótgicos.

Además, unas normas estrictas para el rendimiento energético de los edificios nuevos y las renovaciones de los actuales pueden rebajar la demanda energética de calefacción y refrigeración en un 75% en 2050.

El estudio apunta que si la demanda total de energía global se reduce en un 40% para 2050, con un fuerte énfasis en la electrificación, las tasas actuales de despliegue de energía renovable proyectadas en el futuro podrían satisfacer las necesidades energéticas mundiales sin tener que depender de fuentes tecnológicas no probadas.

Sin embargo, los investigadores precisan que hacer realidad este escenario requiere de esfuerzos sin precedentes por parte de los legisladores para ajustar los estándares, las empresas para desarrollar e implementar innovaciones bajas en carbono, y por individuos y hogares para incorporar nuevas formas de actividad en sus vidas diarias.

«La comunidad mundial, desde los líderes mundiales y las corporaciones multinacionales hasta los consumidores individuales y los ciudadanos, deben actuar en conjunto para evitar el peligroso cambio climático y mejorar el bienestar humano. Nuestro escenario ofrece una hoja de ruta sobre cómo lograrlo», asegura Grubler.

Fuente: Servimedia

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