• Y entre el 10% y el 20% presenta problemas de ansiedad. 
  • Los expertos aconsejan dedicar tiempo y observar con detenimiento a este grupo de población y no asociar sus cambios de comportamiento a la edad.

(Madrid).- Se estima que un 5% de los adolescentes españoles sufre depresión y que entre un 10 y un 20% presenta problemas de ansiedad. La detección precoz de este tipo de trastornos, cada vez más frecuentes entre los adolescentes, implica, según los expertos, que se dedique tiempo y se observe con detenimiento a este grupo de población y no asociar sus cambios de comportamiento a la edad. Estos aspectos se debatieron en el VI Curso de Salud integral en la Adolescencia, que organizó recientemente la Sociedad Española de Medicina de la Adolescencia (SEMA) en el Hospital Universitario de la Paz. En este contexto, el doctor Félix Notario, miembro de la SEMA, insiste en que la adolescencia es una etapa vital de profundos cambios y en la que es fundamental inculcar unos hábitos de vida saludables. Un periodo además en el que es importante adquirir una serie de herramientas emocionales que te ayudarán al desarrollo personal a lo largo de la vida. “Por este motivo, debemos observar con detenimiento al adolescente y no achacar sus cambios de comportamiento y rutinas a que son cosas propias de la edad”, asegura este experto.

A lo largo de estas jornadas los expertos trataron las principales cuestiones médicas que afectan a esta etapa vital. En este sentido, el doctor Notario señala que “profesores, padres y amigos tienen que estar atentos a los primeros signos de alarma -cambios físicos, irritabilidad, falta de apetito, aislamiento- que puedan experimentar los jóvenes. Es fundamental, también, la labor del pediatra quien ha de desarrollar unas habilidades específicas a la hora de abordar las consultas médicas en esta etapa”.

Cuando los adolescentes con depresión acuden a la consulta muchas veces no presentan síntomas asociados a tristeza. “Manifestaciones psicosomáticas, disminución del rendimiento escolar, irritabilidad, pérdida de la energía habitual, mayor rebeldía o práctica de conductas de riesgo, son algunos de los signos de alarma que deben llevar al pediatra a sospechar que puede haber un problema más profundo detrás”, comenta el doctor Notario. Otros signos de alarma pueden ser cambios bruscos en el estado de ánimo, hipersensibilidad, negativismo, deseo de huir, sentimientos de inutilidad, poco respeto a la autoridad, peleas excesivas, alteraciones del sueño, poca atención al aspecto físico, retraimiento social, disminución de la capacidad para concentrarse y pensamientos de muerte. “Aunque muchos de estos son característicos de la etapa adolescente, no nos podemos quedar ahí y debemos insistir en la necesidad de no banalizar este tipo de manifestaciones”, subraya el experto.

En muchos casos la depresión no aparece ligada a una causa clara desencadenante. “Debemos tener en cuenta, en primer lugar, factores hereditarios que, de existir, pueden tener un peso importante en el desarrollo de esta patología y, en segundo lugar, tenemos que valorar de manera global la situación personal del adolescente: consumo de sustancias, pérdidas personales significativas, uso excesivo de las redes sociales y de las tecnologías, etcétera que pueden estar ocasionando un aislamiento excesivo”, destaca el doctor Notario.

Ansiedad y otros trastornos asociados al ritmo de vida.- Tanto la ansiedad como otros trastornos psicológicos muchas veces no se diagnostican en los adolescentes debido a que el propio adolescente o, incluso la familia, los ocultan. “Entre los motivos que producen estos cuadros de ansiedad”, explica este experto, “podemos encontrar desde el temperamento del adolescente, los sucesos vitales estresantes, los ambientes sociales desfavorables o nocivos y el propio estilo de vida de los padres”. Asimismo, los episodios de ingesta voraz y desmesurada, por ejemplo, muchas veces son la respuesta a una situación que no pueden controlar y que les sirve para aliviar momentáneamente un estado afectivo desagradable. “Este tipo de episodios ansiosos son también fruto del ritmo frenético de vida impuesto”, matiza el experto.

Su detección temprana es fundamental para una intervención eficaz. “Una vez identificado el problema, el paso siguiente es hablar con el adolescente, que seguramente niegue la problemática. Tendremos que mostrarle conductas concretas que hemos observado, reconocer sus miedos como reales por muy nimios que parezcan a nuestros ojos de adultos y prestarle nuestro apoyo sin críticas, ni juicios de valor que le hagan sentirse censurado”, explica el doctor Notario. Por último, lo aconsejable es acudir a la consulta del pediatra para que se realice una exploración profesional en profundidad y, en caso necesario, se derive a la consulta de un psicólogo pediátrico.

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