(Madrid).- La pandemia mundial por Sars-CoV2 tiene una fuerte relación con la salud de nuestros ecosistemas. “La COVID-19 pone de manifiesto la importancia vital de un medioambiente escolar ventilado, seguro, limpio, saludable y sostenible”, explica el coordinador del Comité de Salud Medioambiental de la Asociación Española de Pediatría (CSM_AEP), el doctor Juan Antonio Ortega. Para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible 2030, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Unión Europea (UE) instan a acelerar los progresos para crear entornos más saludables como forma efectiva de prevenir pandemias y fortalecer la salud a través de la activa participación de la sociedad, desarrollando programas de Salud Medioambiental Escolar. Estas recomendaciones están incluidas en el  documento y un vídeo explicativo que puede visionarse a través del canal de YouTube de la AEP. 

Combinando cultura, salud medioambiental, estructuras y procedimientos escolares para mejorar la calidad del aire interior con baja huella de carbono, podemos asegurar que los estudiantes ganan salud, sostenibilidad y una mayor resiliencia a la COVID-19”, explica el doctor Ortega.  Los centros educativos no se han convertido en el foco de contagio que se temía al inicio del curso académico, pero la llegada del frío y el hecho de que muchos colegios opten por cerrar las ventanas puede hacer que esto cambie.

Queremos mantener la tendencia que se ha logrado en el arranque del curso escolar, con un mínimo porcentaje de aulas cerradas y de positivos por COVID, y tenemos que ser capaces de combinar la ventilación natural de las clases con el descenso de temperaturas”, explica la presidenta de CEAPA, Leticia Cardenal. En este mismo sentido, el movimiento de familias, el de mayor representación del país, incide en la necesidad de seguir las pautas de los expertos para favorecer de este modo que el alumnado pueda continuar su educación presencial, el único modelo que garantiza de manera equitativa el derecho a la educación.   

El 99% de los estudiantes españoles acuden a centros educativos sin un plan interno para manejar la calidad del aire interior. “La ventilación natural es insustituible” subraya el doctor Ortega, quien destaca que este es el mejor método para mejorar la calidad del aire interior en las aulas y reducir la presencia de virus. “Para que esto sea eficiente el consejo es que  la ventilación sea continua y constante”, indica este experto. Y por ello, durante el invierno el Comité de Salud Medioambiental de la Asociación Española de Pediatría aconseja mantener abiertas ventanas y puertas e incorporar un sensor de CO2 en los centros educativos, para poder monitorizar su nivel en las aulas y comprobar que este se sitúa siempre por debajo de 700 ppm –partes por millón-. “En invierno, en la mayoría de las ocasiones (95%) se puede conseguir este objetivo con una apertura parcial de las ventanas de 10 a 30 centímetros”, asegura el doctor Ortega, que también pide prestar especial atención al confort térmico de escolares y profesores, que se consigue cuando las condiciones de humedad, temperatura y movimiento de aire son agradables y adecuados para la actividad que se realiza en su interior. “Los niños prefieren las temperaturas más bajas debido a que su temperatura corporal central es más elevada y a su mayor tasa metabólica”, asegura el coordinador del CSM-AEP.

Tanto la AEP, a través de su Comité de Salud Medioambiental, como CEAPA abogan por la ecología en los edificios escolares en todas las comunidades autónomas. “Queremos hacer una llamada para que todos los centros educativos sean energéticamente eficientes, bajos en huella de carbono y con un diseño y procedimientos que contribuyan a mejorar la salud, el rendimiento académico y a incrementar la sostenibilidad y resiliencia frente al Sars-CoV2”, explican ambas instituciones que señalan el Programa de Educación Aire Limpio de la Región de Murcia como un modelo a seguir. El 85% de las escuelas en España tienen clases muy frías o muy calurosas, lo que está estrechamente relacionado, según diversos estudios, con diferentes molestias respiratorias y también influye en el rendimiento académico.  

La ventilación natural contribuye además a disminuir las infecciones no solo de Sars-CoV2 sino también de gripe y otros virus respiratorios. CEAPA reconoce que no todos los municipios de España pueden permitirse clases al aire libre por las condiciones meteorológicas pero es partidaria de explotar al máximo las posibilidades de los espacios disponibles y al aire libre, dedicarlos a clases y a otras actividades escolares. Esta tendencia ya se está realizando en otros países europeos que usan patios, parques y hasta espacios públicos de las ciudades para reducir las posibilidades de contagios de los estudiantes y, a la vez, ofrecerles el estímulo del contacto con el exterior.

Clases al aire libre

El uso de aulas y otros espacios de aprendizaje al aire libre en los centros puede ofrecer beneficios significativos para el aprendizaje en este periodo de pandemia y en el futuro. “La epidemiología del virus nos indica que hay un riesgo 20 veces mayor de infección en ambientes interiores, – asegura el doctor Ortega- De hecho, muchas de las escuelas no cuentan con suficientes espacios interiores para desarrollar de forma segura la actividad aplicando las reglas de distanciamiento social”. Para dar solución a esto, los centros deben hacer uso de sus espacios al aire libre o de otros como parques o zonas verdes facilitados por el ayuntamiento competente. Cualquier centro cuenta con pistas deportivas, áreas de juego o zonas ajardinadas que permiten desarrollar la docencia de forma segura por las siguientes razones:

  • Hay más espacio para esparcirse, lo que facilita la separación entre estudiantes y mesas.
  • Las clases al aire libre se adaptan mejor a los enfoques de separación/diferenciación en grupos de trabajo.
  • Todas las evidencias científicas apoyan que hay una menor transmisión de enfermedades en entornos al aire libre.
  • La luz solar directa puede suprimir la enfermedad en las superficies más rápidamente.
  • Se reducen las aglomeraciones en zonas comunes como pasillos durante los intercambios de clases o recreos.
  • Mejora el bienestar de alumnos y profesores, la motricidad, la asistencia y en general, la actitud hacia el aprendizaje.

 

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