(Avilés, Asturias).- Rafael Navarro, protagonista de la exposición de fotografía del Centro Niemeyer, titulada “Estructuras”, forma parte de la historia de la fotografía española y es uno de los artistas más conocidos y reconocidos entre fotógrafos y coleccionistas tanto de España, como de Portugal, Francia, Italia, Suiza y Latinoamérica.

“Estructuras”, sin ser una exposición antológica o retrospectiva, reúne trabajos realizados por Navarro desde 1975 hasta 2019 mostrando las siguientes series: “Formas” (1975), “Dípticos” (1978-1985), “Tientos” (1995), “Las formas del cuerpo” (1996), “Ellas” (200-2002), “A destiempo” (2011), “Espacios” (2012) y “Arquitectura” (2019). A través de estos trabajos el espectador podrá recorrer una parte de las obras más significativas de Navarro transitando por dos de los temas mejor definidos en su producción: el cuerpo y la abstracción.

Cronológicamente la exposición se abre con la serie “Dípticos”, de 1975, una obra fundamental en la historia de la fotografía española que ahora se puede ver al completo en el Centro Niemeyer. Tras ella se van sucediendo, hasta 2019, diversas series que, sin abarcar el conjunto de la producción de Navarro, muestran una voluntad de continuidad en su trabajo y, al mismo tiempo, reflejan puntos de inflexión, de ruptura, de innovación, en el la misma.

“Dípticos” es un trabajo narrativo compuesto por un conjunto de 69 piezas que se organizan en collages y que fusionan paisaje con arquitectura, signo con retrato, etc., conformando el que probablemente sea el trabajo más ambicioso y crítico de Navarro. Por su parte, “Tientos” es la serie más sensual de las expuestas en “Estructuras” y en ella el fotógrafo presenta los cuerpos como objetos aislados. Precisamente el tema del cuerpo desnudo es el más recurrente en su trabajo y en muchas de sus imágenes se aprecia un nexo de unión entre los cuerpos y la abstracción, una abstracción que Navarro construye a base de sombras y repeticiones.

El formato en el que Navarro muestra su obra es otra de las cuestiones en las que se aprecia la evolución de su trabajo, al pasar de los pequeños formatos de sus primeras fotografías a otros mucho mayores gracias a los avances técnicos en maquinaria y papeles. Tal y como él mismo afirmaba en una entrevista, su obra ha viajado del “susurro del formato íntimo” al “grito sobre un cuerpo sobredimensionado”.

 

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